El Triunfo Épico de Spaun Conquista la Gloria del US Open sobre MacIntyre

En el corazón de un domingo empapado por la lluvia en el Oakmont Country Club, donde la furia de la naturaleza puso a prueba la resiliencia de los mejores golfistas, el estadounidense JJ Spaun ofreció una actuación que definió su legado para reclamar el US Open. El californiano de 34 años sorteó un campo inundado, un retraso de 90 minutos por tormenta y el juego deslumbrante del escocés Robert MacIntyre para asegurar su primer campeonato mayor. Necesitando solo un par en la 18ª para grabar su nombre en el trofeo, Spaun en cambio brindó un momento de pura genialidad, embocando un asombroso putt de birdie de 64 pies que electrificó a las galerías mojadas, sellando una victoria por dos golpes. MacIntyre, el prodigio de 28 años de Oban, observó el golpe decisivo en un monitor, su rostro irradiando admiración mientras aplaudía y articulaba sin sonido “wow”, un gesto de deportividad que coronó una ronda final repleta de drama y emoción.
Oakmont, un crisol venerado de tormentos golfísticos con sus fairways implacables y greens traicioneros, se erigió como el desafío supremo en este día caótico. Las lluvias torrenciales convirtieron el campo en un pantano, haciendo de cada golpe una prueba de habilidad y resistencia. El camino de Spaun hacia el círculo de los vencedores fue una saga de resiliencia. Comenzando un golpe detrás del líder nocturno, sufrió un inicio catastrófico, acumulando cinco bogeys en sus primeras seis lunas mientras tiros errantes y rebotes crueles amenazaban con apagar sus esperanzas. Sin embargo, el retraso por lluvia resultó un punto de inflexión, ofreciendo una oportunidad para reagruparse. Surgiendo con vigor renovado, Spaun creó una obra maestra en las últimas nueve lunas, anotando 32 contra un 40 en las primeras nueve, un giro que mostró su espíritu indomable.
“Sostener este trofeo parece un sueño que apenas me atreví a soñar,”
dijo Spaun, su voz temblando de emoción.
“Hace meses, dudaba de mi potencial. Hoy, lo superé.”
La ronda final fue un caleidoscopio de fortunas cambiantes, con la tabla de clasificación en constante movimiento mientras Oakmont mostraba sus colmillos. El líder de la tercera ronda, una vez destinado a la gloria, sucumbió a la brutalidad del campo, terminando con ocho golpes sobre el par. Su compañero de juego, un veterano experimentado, lo hizo peor, cojeando hasta un nueve sobre el par. En medio de este tumulto, el inglés Tyrrell Hatton brilló, su precisión y coraje lo impulsaron a compartir el liderato con otros cuatro en un momento. La maestría de Hatton en 16 lunas fue ejemplar, pero un tiro desviado hacia el rough espeso en la 17ª desató un colapso tardío, dejándolo lamentando una oportunidad perdida. El noruego Viktor Hovland, otro contendiente, vio sus esperanzas desmoronarse con cuatro bogeys en las primeras nueve, aunque una calma en las últimas nueve le dio un 73.
“Tres putts fallados desde cinco pies fueron mi ruina,”
admitió Hovland, su frustración palpable.
“Los majors exigen perfección.”
Para aficionados y entusiastas de las apuestas por igual, los giros impredecibles del US Open lo convierten en un espectáculo cautivador. Ya sea que te fascine el heroísmo sereno de Spaun o la audaz carga de MacIntyre, puedes sumergirte en la emoción en nuestra zona de apuestas de golf, donde puedes apostar por el próximo campeón mayor o el resultado del torneo. El final dramático de Oakmont subraya por qué las apuestas en golf son una forma emocionante de conectar con los momentos de alta tensión del deporte.
La Redención de Spaun en un Oakmont Empapado
La victoria de Spaun no fue solo un triunfo sobre rivales, sino una odisea personal de redención. A principios de este año, estuvo al borde de la grandeza en The Players Championship, donde un putt de birdie de 31 pies para derrotar a Rory McIlroy quedó agonizando en el borde del hoyo. Siguió una derrota en el playoff, un amargo recuerdo que avivó su determinación en Oakmont. Esta vez, enfrentando un putt el doble de largo, Spaun cumplió. El golpe de 64 pies que aseguró el US Open fue un relámpago, una liberación catártica mientras alzaba los brazos al cielo, con lágrimas brotando en sus ojos. Su puntaje fue el único bajo par, un testimonio de su joya del jueves: una ronda sin bogeys de 66, la única impecable de la semana.
La ronda final fue un relato de extremos. Las primeras lunas de Spaun fueron una cadena de infortunios: en la segunda, su approach golpeó el asta de la bandera, rodando 50 yardas atrás; en la cuarta, un tiro rebotó en un rastrillo, agravando sus problemas. Cinco bogeys en seis lunas parecían sepultar sus posibilidades, mientras la crueldad implacable de Oakmont se imponía. Sin embargo, el retraso por lluvia ofreció un salvavidas. Surgiendo con un enfoque de hierro, Spaun encendió su carga con putts de birdie desde 40 y 22 pies, catapultándose de nuevo a la contienda. Un bogey en la 15ª probó su resiliencia, pero un soberbio tee shot en el par cuatro de la 17ª, acertando el green y preparando un birdie, restauró su liderato. Como uno de los mejores putters del campo, el acto final de Spaun en la 18ª fue un destello de genialidad, un putt destinado a vivir en la leyenda del golf.
“La pausa por el clima cambió todo el día,” reflexionó. “Me apoyé en el dolor del Players para encontrar mi fuerza.”
El ascenso de Spaun fue un testimonio de perseverancia. Un journeyman que luchó en las sombras del PGA Tour, había albergado sueños de grandeza pero batallado con dudas. Su triunfo en Oakmont fue una respuesta contundente, una proclamación de que pertenecía a la élite del deporte. Las multitudes empapadas, imperturbables por el diluvio, rugieron su aprobación, sus ovaciones un coro de reconocimiento para un campeón que desafió al destino. Para los entusiastas de las apuestas, el ascenso de Spaun desde un longshot de 120/1 a campeón mayor es un recordatorio de la emocionante imprevisibilidad que hace del golf un escenario ideal para apostar, donde los underdogs pueden ofrecer pagos que cambian la vida.
La Valiente Búsqueda de MacIntyre y el Dolor de Hatton
La actuación de Robert MacIntyre fue una revelación, una señal clara de su creciente potencial. El escocés, cuya pasión contagiosa cautiva a los aficionados, llegó a Oakmont con sueños de unirse al panteón golfístico de Escocia.
“Soy un soñador que cree,”
dijo, sus palabras impregnadas de confianza juvenil.
“Luchar por un major es lo que soñé de niño en Oban.”
Comenzando muy atrás, MacIntyre enfrentó adversidad temprana, con bogeys en dos de sus primeras tres lunas. Sin embargo, mientras Oakmont y los elementos devastaban a los líderes, él aprovechó su momento. Un putt de eagle de 60 pies en la cuarta fue un rayo, borrando errores iniciales e iniciando su ascenso. Siguieron birdies en la novena, 14ª y 17ª, cada golpe un testimonio de su compostura bajo presión. Su 68, la única ronda bajo par entre los últimos 16 grupos, aseguró el liderato en el clubhouse, un puntaje que resistió hasta el putt culminante de Spaun.
La respuesta noble de MacIntyre a la derrota solo elevó su estatura. Su aplauso al putt ganador de Spaun fue un momento de pura elegancia, un recordatorio de los valores perdurables del deporte. Su actuación lo posiciona como una piedra angular para la defensa de Europa en la Ryder Cup en Bethpage Black, donde su habilidad y corazón brillarán. Con la defensa del título del Scottish Open y el Open Championship en Royal Portrush en el horizonte, la estrella de MacIntyre está en ascenso.
“Lo di todo,”
dijo, su voz firme a pesar del dolor de la derrota.
“Ese eagle mostró que Oakmont podía ser domado, y seguí empujando.”
Por el contrario, el inglés Tyrrell Hatton quedó lidiando con la agonía de lo que pudo haber sido. Durante 16 lunas, fue un modelo de exactitud, su golpeo de bola un ballet de control en medio de la ferocidad de Oakmont. Pero un tiro desviado hacia el rough espeso en la 17ª fue su perdición, desencadenando un final de bogey-bogey que lo dejó devastado.
“Ese momento me perseguirá durante años,”
dijo Hatton, su voz cargada de arrepentimiento.
“Estar en el epicentro de un major fue emocionante, pero el destino se volvió contra mí.”
Su sólido final, sin embargo, subrayó su potencial para futuros majors, una perspectiva que emociona a aficionados y entusiastas de las apuestas.
Otros nombres destacados incluyeron al número uno del mundo, que nunca presentó un desafío serio, y una estrella española cuyo 67 de tres bajo par fue la mejor ronda del día. Rory McIlroy, campeón del Masters, también anotó un 67, un preludio prometedor para su Open en casa en Portrush. Pero el día fue de Spaun, cuya resiliencia y arte cautivaron al mundo del golf. Para los entusiastas de las apuestas, los giros del US Open destacan por qué el golf sigue siendo una piedra angular de las apuestas, ofreciendo infinitas oportunidades para predecir al próximo campeón.
EL ASCENSO LACRIMÓGENO DE SPAUN
Para Robert MacIntyre, Oakmont fue un crisol de desamor, un escenario donde los sueños se elevaron y se rompieron. Su historia evocó la de Colin Montgomerie, quien en 1994 cayó ante Ernie Els en un playoff en este lugar implacable. El brillante 68 de MacIntyre, una ronda de precisión y valentía, le dio el liderato en el clubhouse, una visión fugaz de la gloria. Pero JJ Spaun, listo con dos lunas por jugar, convocó una actuación de tal audacia que dejó al escocés asombrado.
Spaun encendió la 18ª, embocando el putt más largo de la semana para reclamar el US Open, un golpe que llevó a las galerías empapadas al éxtasis.
La celebración de Spaun fue un asunto familiar, abrazando a su esposa Melody y sus hijos, la alegría de su triunfo atravesando la lluvia.
En un momento conmovedor, Spaun y Melody compartieron un beso, símbolo de su viaje compartido hacia esta cima.
El par cuatro de la 17ª fue el trampolín de Spaun. Lanzando un drive de 309 yardas a 18 pies, falló por poco un eagle pero mostró nervios de acero para embocar un putt de birdie de tres pies, tomando el liderato. La 18ª, un hoyo monstruoso que aplastó innumerables sueños, exigía al menos un par para evitar un playoff. Spaun, perseguido por su fallo en el Players Championship—donde un putt quedó en el borde—se negó a repetir la historia. Su putt de 65 pies, una maravilla sinuosa que danzó por el green antes de caer, fue una obra maestra, asegurando una victoria por dos golpes y grabando su nombre en la leyenda del golf.
El viaje de Spaun fue de probabilidades improbables. Un longshot de 120/1 al inicio del torneo, desafió las expectativas con un 66 en la primera ronda, la única sin bogeys de la semana. Su domingo, sin embargo, fue una montaña rusa. Los bogeys tempranos—nacidos de percances con el asta y caos con un rastrillo—amenazaron con descarrilarlo. Sin embargo, su determinación nunca flaqueó.
“Abrazé el caos,”
dijo Spaun.
“Oakmont prueba tu alma, y encontré la mía.”
Su remontada en las últimas nueve, puntuada por birdies que electrificaron a las galerías, mostró el corazón de un campeón. Como número 25 del mundo, Spaun ya no es un underdog sino un campeón mayor cuyo nombre resonará por siglos.
La actuación de MacIntyre fue un triunfo en sí misma. Su ronda final de dos bajo par, la única bajo par entre los últimos 16 grupos, fue un testimonio de su habilidad y tenacidad.
“Estoy orgulloso de cómo luché,”
dijo.
“Ese eagle en la cuarta me mostró que Oakmont podía ser domado.”
Sus puntajes de fin de semana de 69 y 68 eran dignos de campeones, pero el brillo de Spaun fue incontestable. Las luchas iniciales de MacIntyre—un par de bogeys en las primeras tres lunas—parecían condenar sus posibilidades, pero su resiliencia brilló.
“Vi a los líderes tambalearse, así que seguí cavando,”
dijo.
“Dejé mi corazón ahí fuera.”
Las palabras de MacIntyre capturaron la esencia de su esfuerzo: una búsqueda incansable de la grandeza, incluso en la derrota.
“Di todo lo que tenía,”
dijo, su voz firme pero teñida por el dolor de lo que pudo haber sido. Su actuación en Oakmont no fue solo un casi-éxito, sino una audaz declaración de su intención futura. Mientras el mundo del golf dirige su mirada al Scottish Open y a Royal Portrush, MacIntyre está listo para escribir el próximo capítulo de su historia.
Spaun, sin embargo, fue el héroe indiscutible del día. Su victoria fue una sinfonía de habilidad, coraje y redención, interpretada en uno de los escenarios más grandiosos del golf. Oakmont, con sus demandas implacables, había coronado a un campeón digno de su legado. Mientras la lluvia seguía cayendo, Spaun se erguía alto, sus lágrimas mezclándose con el diluvio, un hombre que había conquistado tanto el campo como sus propias dudas para reclamar un lugar entre los inmortales. Para los aficionados a las apuestas, su triunfo es un recordatorio de la emocionante imprevisibilidad que hace del golf un escenario vibrante para las apuestas, donde los longshots como Spaun pueden desafiar las probabilidades y ofrecer momentos inolvidables.
FAQ
El momento decisivo fue el putt de Spaun en el hoyo 18, donde embocó un increíble birdie de 64 pies, asegurando una victoria por dos golpes sobre MacIntyre. Este golpe magistral, tras un birdie en el 17, destacó su temple en el campo empapado de Oakmont.
MacIntyre logró un impresionante 68, la única ronda bajo par entre los últimos 16 grupos. A pesar de bogeys iniciales, su eagle de 60 pies en el cuarto y birdies en el 9, 14 y 17 le dieron el liderato en el clubhouse hasta el putt final de Spaun.
La imprevisibilidad de Oakmont y finales dramáticos, como la victoria de Spaun con cuotas de 120/1, lo hacen ideal para apostar. En la zona de apuestas de golf, puedes elegir al próximo campeón mayor, intensificando la emoción.

Serguéi Ilyin
Experto en apuestas y juegos de azar. Se dedica al análisis de las tendencias del mercado, el comportamiento de los jugadores y la dinámica de desarrollo de las plataformas de juego online. Experto en las sutilezas de las apuestas deportivas y conocedor de la normativa que regula la industria del juego.